“LA MUERTE ES UN CASTIGO PARA ALGUNOS, PARA OTROS UN REGALO, Y PARA MUCHOS UN FAVOR.” SÉNECA.
Cuando la muerte se acerca a la vida de los seres que amamos, estremece nuestros mundos y muchísimas veces se lleva con ella, aquello que les da el sentido a nuestras vidas. Cuando se presenta abruptamente, a veces con o sin previo aviso, deja tras de sí un vacío que nada o nadie puede llenar. El fallecimiento de un ser amado es, tal vez, la experiencia más desgarradora que nos toca vivir en la humanidad misma. Nos enfrenta a la fragilidad de la existencia, nos obliga a mirar de frente a aquello que preferiríamos evitar. La presencia de la finitud y la ausencia obligada.
El dolor de perder a alguien cercano no se limita solo a la tristeza. Es un manojo de emociones que se combinan. Nublan nuestro juicio y muchas veces lo hace para siempre. Nos preguntamos si pudimos haber hecho más, si dejamos cosas sin decir, o sin hacer. Sí disfrutamos lo suficiente su presencia. Y es que la muerte tiene una manera peculiar de hacernos revisar nuestra relación con la vida y con quienes nos rodean. En su presencia, comprendemos que el tiempo es un recurso limitado, que los te quiero no deben postergarse, que los abrazos y las sonrisas son tesoros que debemos compartir sin reservas.
Pero, más allá del dolor y la tristeza, la muerte también nos ofrece la oportunidad de reflexionar sobre nuestra propia existencia. Nos recuerda que el recorrido por este plano terrenal tiene un final, que cada uno de nosotros está destinado a dejar este escenario algún día. Esta certeza, lejos de ser una carga, debería inspirarnos a vivir con mayor plenitud y propósito. La muerte nos enseña que no tenemos control sobre cuándo será nuestro último día, pero sí sobre cómo decidimos vivir hasta que llegue ese momento.
Perder a alguien querido nos confronta con la idea de la inmortalidad. Queremos que las personas que amamos permanezcan siempre cerca de nosotros, que sus voces nunca se apaguen, que sus rostros no se desvanezcan en nuestra memoria. Pero el acto de recordar, de mantener viva su presencia en el pensamiento, es un acto de amor y resistencia ante la muerte. Recordarles con cariño, hablar de ellos, contar sus historias, es una manera de asegurar que, aunque físicamente ya no estén, su presencia seguirá viva en nosotros.
Cada pérdida deja una huella, un agujero en el alma, un vacío que no se llena, pero que con el tiempo se transforma. El dolor agudo se suaviza, dando paso a una nostalgia más serena, a un agradecimiento profundo por el tiempo compartido. La ausencia nos enseña a valorar la presencia, a no dar por sentado a quienes amamos, a ser más conscientes de la belleza y la fragilidad de la vida.
En este viaje, la muerte se convierte en una dura maestra, pero necesaria. Nos obliga a detenernos, a evaluar nuestras prioridades, a cuestionar cómo queremos vivir y qué queremos dejar atrás. ¿Qué legado deseamos construir?, ¿Qué huellas queremos dejar en los corazones de quienes comparten sus vidas con nosotros? Nos invita a vivir un hoy, sin escatimar o reservar un vivir para después.
La muerte, con su certeza ineludible, nos recuerda que la vida es, en última instancia, un don precioso. Que cada día, cada momento, es una oportunidad de amar, de reír, de aprender, de compartir. Que el verdadero sentido de la existencia no reside en la duración de una vida, sino en la calidad de los días, en la profundidad de nuestros afectos, en la capacidad de crear vínculos que trascienden el tiempo.
Y así, aunque la muerte se lleva a quienes amamos, no puede arrebatarnos el amor que sentimos por ellos. Ese amor será eterno mientas dure, puede ser la luz que brilla en la oscuridad, que nos habita a muchos, esa chispa que permanece cuando todo parece perdido. En el acto de recordar, de amar, de seguir adelante, encontramos la fuerza para transformar el dolor en un homenaje vivo a quienes ya no están.
Pero, al final, la muerte no es el fin, sino una transformación. Y aunque no podamos evitar la tristeza de la despedida, podemos elegir cómo honrar la vida de quien se ha ido. Podemos vivir de tal manera que quienes nos sigan recordando, encuentren en nuestro ejemplo la inspiración para vivir con valentía, con amor y con la certeza de que, mientras haya memoria en el corazón, nadie se va del todo.
La muerte, entonces, no es solo un adiós, sino un recordatorio constante de que , mientras estemos vivos y podamos, debemos vivir con toda la intensidad de nuestros corazones. Pues es mejor una pierna rota a un salto nunca dado. Somos arrojados al mundo con la posibilidad de elegir muchísimas muchas cosas sobre nuestra vida y en gran medida las dejamos a las divinidades, o al llamado destino, mientras llega el fin.
Hoy puede ser una bonita oportunidad para recordar el mito del eterno retorno que menciona Nietzsche y la pregunta que emerge en él mismo.
¿Estás viviendo tu vida o estás siendo vivido por ella?
Obviedad-es Escribiendo región
Escribiendo región
Lenguas Muertas
El rebaño desconcertado es un problema. Hay que evitar que brame y pisotee, y para ello habrá que distraerlo. Noam Chomsky.
Como reza la canción de Rubén Blades: “Anoche escuché varias explosiones, tiros de escopeta y de revólveres, carros acelerados, frenos, gritos, eco de botas en la calle, toques de puerta, quejas, por dioses, platos rotos. Estaban dando la telenovela, por eso nadie miró pa' fuera”. En su momento, la televisión, lograba domesticar nuestras mentes incautas, con programas que rozaban las problemáticas más álgidas. Mundos perfectos, donde los sueños se hacían realidad, e hipnóticamente, permitían hacernos a la idea de que los nuestros también se harían posibles, logrando con esto avivar la nostalgia. Historias de amores imposibles, niñas que salieron de pobres haciéndose ricas, obreros que se ganaban la lotería, concursantes que, arriesgaron sus vidas por las llaves de un automóvil, villanos a quienes nunca les llegaba la hora, un laberinto infinito de ratones huyendo de los gatos.
Mientras, el mundo real, se debatía entre el racionamiento de Gaviria, el proceso 8000 de Samper y la silla vacía de Pastrana, las bombas de Escobar, los hostigamientos y las milagrosas pescas de las FARC y el ELN, el auge terrorífico de los paramilitares del endiosado Castaño; muchas veces con la bendición y la venia de los medios de comunicación, históricamente hegemónicos.
En una especie de micrófono universal para la disonante voz de los victimarios. Irónicamente, estos mismos medios sirvieron de cerrojo umbilical para las víctimas y sus familias, enterrándolas en una fosa común, profunda y silenciosa. Impidiéndoles tener voz propia, negándoles la posibilidad de gritar su dolor al viento, como en una pesadilla: sin respiración, donde corres, pero no avanzas, una pesadilla donde el verdugo, siempre está un hachazo por delante.
Algunos soñaban con ser periodistas, sin pensar quizás, que llegarían a unos medios de comunicación, poseedores de unos intereses empresariales, con una ética remendada a su antojo y a los caprichos e intereses de sus acreedores y una libertad de expresión con la que suelen mancillar el “buen nombre” de los protagonistas.
Los medios y sus agentes fueron perfeccionando su accionar en el tiempo, lo han tecnificado, mejorado al detalle (como un francotirador prepara su arma). Todo, lo han medido y calculado y si algo les falla, de seguro, tendrán también el chivo expiatorio apropiado.
El daño colateral les resulta natural. “El fin justifica los medios”, diría Maquiavelo. Con la ligereza con la que publican noticias y tapas de portada, así mismo, se excusan u omiten de forma malintencionada y sin gallardía la retractación. Podríamos hacer un compendio de algunas mentiras convertidas en verdades y de algunas verdades convertidas en mentiras, proliferadas por los medios dominantes en el país, a quienes poco habrá de importarles la credibilidad y la confianza de los lectores, televidentes u oyentes:
• “Iván Márquez murió”, titular del diario “El Tiempo” en otros tiempos, en manos de la familia Santos.
• “El gobierno Petro derogó decreto que prohibía tener y comercializar dr**as en espacios públicos”, señalaron en la casa editorial “El Espectador”, obligando y poniendo en afugias al “pobre” Fidel Cano. En estado de retractación constante.
• “MAGISTRADOS CHUZADOS”, una retahíla de mentiras puesta en la portada de la revista “Semana” dirigida por la hoy periodista y candidata “Vicky” Dávila.
Títulos rimbombantes, con los que suelen escandalizar (viralizar) a la población y destruir los procesos de confianza en las instituciones (de por sí vilipendiadas) y personajes públicos, con asuntos para nada menores, como la muerte de un guerrillero en fuga, el comercio de estupefacientes en lugares públicos o las chuzadas a magistrados de las altas cortes, otrora práctica de antiguos gobiernos.
Pasamos, la vida entera distraídos con la espectacularidad de mundos proyectados con la luminiscencia de los medios internacionales y locales. Entretenimiento en el que permanecen millares de televidentes presenciando realities que bien pudieran representar una Gomorra contemporánea, la soberbia de “Gran hermano”, la avaricia en el “Aprendiz” de Donald Trump, la lujuria desbordada en “La casa de los famosos” (algunos expresidentes, ‘especialmente Duque’, podrían ser candidatos a esta telerrealidad), la ira del “Desafío”, la gula en “MasterChef”, la envidia plasmada en “Yo me llamo” y la pereza postrada en los sofás frente al televisor para alimentar debates banales en nuestras vidas, y llenar de programación basura nuestras cabezas.
Recuerdo, que, cuando joven, reciclaba el periódico apenas por unos pesos, ¿cuántos medios actúan precisamente como eso? Y pienso que la comunicación popular (esos pequeños “nichitos”) es una opción menos prolija, pero más sensata, en este juego por aproximarnos a la información de la verdad. Pues medios y programas de la tradición de RCN, Caracol, Blu Radio, La FM, El Tiempo, la Revista Semana, representados por personajes tan siniestros como los Akerman, Dávila, Gómez, Hernández, Morales, Nassar, Nieto, Ospina, Samper, Saray, Vélez y Zuleta le hacen un flaco favor al periodismo. Pues desde allí, suelen ostentar formas de poder que se mueven tras bambalinas. Hechos tan inéditos como que las casas editoriales entren en la pugna política.
Décadas, lastrando vicios de forma y de fondo, transformados en una especie de altavoz de lenguas muertas. Que han manipulado las conciencias y opiniones de un pueblo aculturado desde época colonial, arrebatados a su antojo, en una juerga por la presunta omisión de la verdad tan manoseada y tan lesiva como los bombardeos terroristas, unos amos de la verdad, tan crueles e infames que nos arruinan en vida.
Juan David Acevedo Marín.
Tiempos y hombres
Los tiempos difíciles crean hombres fuertes; los hombres fuertes crean tiempos fáciles; los tiempos fáciles crean hombres débiles; y los hombres débiles crean tiempos difíciles.
Michael Hopf.
A pie limpio, y en unos pantaloncitos cortitos, atravesaba el pueblo en dirección norte-sur, para ir hasta la chaza del “Mono Talego” por “El Colombiano” (el Mono me regalaba algunos corozos, y de no hacerlo yo los tomaba para luego totearlos en mi casa). Mi padrastro, era un ávido lector, abría el periódico de par en par con cierta maestría, se detenía en algunas sesiones rotuladas con un número y una letra (1a, 2a, 3a, 1b, 2b, 3b…) Su mayor interés los deportes; su afamado Atlético Nacional, algunas historias de Pele y Telê Santana, del ciclismo y otras del boxeo.
En cambio, nosotros los hijos, solíamos arruinarlo, desordenarlo todo (no sabíamos cómo abordar la lectura, no sabíamos porque la letra “a” estaba patas arriba), el periódico se nos deshojaba, se nos quebraba, las sesiones se nos escurrían entre las piernas. Con el tiempo esa fue una de mis fuentes de ingresos (vender el papel por reciclaje). Los vecinos iban a la casa en busca de alguna noticia, de algún periódico viejo. Luego de leerlos permanecían arrumados en un antiguo y húmedo chifonier, donde se mezclaban los olores en una suerte de bibliosmia que cultive desde edades muy tempranas. Al pueblo llegaban algunas otras casas editoriales como “El Mundo” y “El Espectador” pero no a mi casa.
Con el pasar de los años solía frecuentar la sesión de entretenimiento, nunca fui bueno con los crucigramas, me dedicaba a ver la cartelera de cine (me imaginaba el resto a través del título y la portada de las películas), los avisos parroquiales, las exequias de alguna persona pudiente o de algún artista famoso, la sesión de compraventa y las ofertas de empleo (aunque también me escondía con “El Espacio” -amarillismo puro- a ver mu***os y mujeres en toples). Amaba las historietas, mi favorita: “Olafo el Amargado” de allí tal vez mi paladar oscuro y mi humor tosco, Condorito, Los Picapiedras, Popeye el marino, entre muchas otras. Pasaba por alto a “El Fantasma” y a “Dick Tracy” pues siempre me dejaban en ascuas.
De joven tenía una inocente y moderada fe en los medios. Me fueron presentados como opciones recreativas más que como medios informativos y de denuncia. En la radio escuchamos las últimas voces de “Montecristo” y la irreverencia de la “Nena Jiménez”, el fútbol matinal de los domingos, las románticas voces musicales con las que se enamoraron los viejos. Cabe resaltar la hermosa labor de la radio comunitaria, y el incomparable valor de sus servicios.
La televisión nos llegó tarde para la época, pero temprano para la edad. En las décadas de los 80 y 90 vivimos maratónicamente el cine de Cantinflas, de Capulina, y de Vicente Fernández, las novelas románticas y las históricas, “Los ricos también lloran” y “La casa de las dos palmas”. No había realities pero sí novelas, Café, Betty, el escamoso, Escalona y los gavilanes, series como: de pies a cabeza, décimo grado, dejémonos de vainas, don Chinche, NN, pandillas, guerra y paz, sábados felices y tentaciones, alegraban nuestras jornadas.
El cine de los americanos inundaba las pantallas: Charles Bronson, la sexy Jamie Lee Curtis, Harrison Ford, Stallone y Schwarzenegger. Series como Alf, el auto fantástico, el lobo del aire, los años maravillosos, los magníficos, Macgyver, profesión peligro, y V invasión extraterrestre, entre muchas otras, una mención especial para el Chavo del 8 y ¿quién no lloró con “Cirilo” de carrusel?
En lo deportivo, vimos correr con el alma a Ximena Restrepo, “El calcio” y hoy aún celebramos el 5 a 0 contra la argentina de Batistuta, no teníamos acceso a la NBA, ni a Abdul-Jabbar, Johnson, Larrry Bird, o al mismo Jordan, solo algunos lo podían codificar. A rabiar celebramos las gestas de Botero, Rentería y nos desvelamos con Montoya.
Estos fueron nuestros tiempos de ocio, de quietud televisiva y de radioescuchas, ahora bien, si los tiempos difíciles crean hombres fuertes, ¿Qué tipo de generación estamos creando?
Juan David Acevedo Marín.
"¡Cómo no voy a ser un Lobo Estepario, un ermitaño desgreñado, si estoy hundido en este mundo cuyas metas no comparto, cuyas alegrías no me atraen! No soporto mucho tiempo en un teatro ni en un cine, apenas puedo leer un diario, pocas veces miro un libro moderno: no puedo entender cuál es la diversión y la felicidad que los hombres buscan en trenes y hoteles repletos, en cafés llenos de gente con música fuerte y sofocante, en los bares y varietés de las elegantes ciudades de lujo, en las exposiciones mundiales, en los corsos, en las conferencias para los sedientos de cultura, en los grandes campos de deporte. No puedo entender ni compartir esas alegrías que estarían al alcance de mis manos y por las que hay miles que se esfuerzan y se amontonan. Y aquello que, por el contrario, sucede durante mis escasas horas de felicidad, lo que para mí representa placer, aventura, éxtasis y enaltecimiento, es algo que el mundo a lo sumo conoce, busca y ama en la poesía, pero que en la vida le parece una locura. Y de hecho, si el mundo tiene razón, si la música en los cafés, si los entretenimientos de masas, si esas personas americanas con tan pocas pretensiones tienen razón, entonces yo estoy equivocado, estoy loco. Entonces en serio soy el Lobo Estepario, tal como me describí varias veces: el animal perdido en un mundo ajeno e incomprensible que ya no es capaz de encontrar su hogar, su aire, su alimento".
―Hermann Hesse
“¿LE TEMES A UN NUEVO AMOR O LE TEMES A UN VIEJO DOLOR?”
MARIO BENEDETTI.
En la compleja dinámica de las relaciones amorosas en la actualidad, varias razones convergen para explicar por qué es tan difícil enamorarse hoy en día. Estos desafíos se entrelazan con las huellas dejadas por amores pasados, aspectos sociales predominantes y la incertidumbre personal en cuanto a las proyecciones futuras y los propios deseos de encontrar una compañía.
Una razón fundamental radica en las experiencias previas. Cada relación pasada deja una marca emocional y psicológica que muchas veces no se deja ir y sostener un recuerdo de alguien que puede afectar profundamente la forma en que nos relacionamos en el futuro y la manera de iniciar otra relación sentimental. Las heridas emocionales, las decepciones y los patrones repetitivos pueden generar una cautela o incluso miedo a abrirse sentimentalmente. Las personas pueden llevar consigo bagajes emocionales que dificultan la confianza plena y la entrega en una nueva relación, temiendo revivir experiencias dolorosas del pasado que por razones individuales se vive atemporalmente.
Además, los aspectos sociales contemporáneos juegan un papel crucial. Vivimos en una era marcada por la rapidez, la superficialidad y la constante búsqueda de gratificación instantánea. Las redes sociales y las aplicaciones de citas ofrecen una ventana amplia de opciones y posibilidades, pero también promueven una cultura de descarte y la ilusión de que siempre hay algo mejor ahí afuera. Esta disponibilidad casi infinita puede llevar a una falta de compromiso y a una dificultad para establecer conexiones profundas y significativas.
Otro factor relevante es la falta de claridad en las proyecciones personales. En un mundo donde las opciones son abundantes, pero las expectativas y los objetivos personales pueden ser difusos, muchas personas no tienen claro qué esperan ni de sí mismas, mucho menos de una relación a largo plazo. Las metas individuales, los valores y las aspiraciones a menudo están en constante evolución, lo que puede hacer que sea difícil encontrar a alguien con quien vivir una vida de manera significativa.
Existe una tendencia a experimentar pasiones efímeras y superficiales en lugar de inversiones emocionales profundas. La aceleración de los tiempos favorece la novedad y el disfrute inmediato, lo que puede llevar a relaciones basadas en la emoción del momento, pero que las personas se espantan con una conexión genuina y duradera. Esto no solo dificulta el establecimiento de relaciones sólidas, sino que también puede contribuir a ciclos de inicio y finalización de relaciones sin responsabilidad afectiva.
La presencia de hijos es un factor que transforma la dinámica al momento de iniciar o sostener una nueva relación. Criar a hijos ajenos implica negociar constantemente entre las necesidades individuales de los padres y el bienestar de los niños. La capacidad de manejar diferencias en los estilos de crianza y de establecer una comunicación asertiva se convierte en una tarea difícil para mantener la armonía y la estabilidad emocional en las parejas.
Las aspiraciones laborales y académicas divergentes también pueden ejercer presión sobre la relación. Cuando ambos miembros de la pareja tienen metas profesionales o educativas distintas, surgen desafíos en términos de tiempo, ubicación geográfica y prioridades personales. Las tensiones pueden surgir cuando uno de los dos siente que su carrera o su educación se ven limitadas por la relación, o cuando las ambiciones individuales chocan con las metas compartidas.
Los factores económicos no deben subestimarse en su impacto sobre la estabilidad de una relación. Las disparidades en los ingresos, las decisiones financieras conjuntas y la gestión de las finanzas familiares pueden generar estrés y tensiones significativas. La preocupación por la seguridad financiera puede eclipsar la intimidad emocional y distraer a la pareja de la construcción de una conexión genuina y duradera.
Construir una relación sólida y satisfactoria en medio de estos desafíos requiere paciencia, compromiso mutuo, comunicación abierta y una voluntad firme de superar obstáculos. Es un proceso que invita a enfrentar y resolver diferencias, manejar responsabilidades compartidas y, lo más importante, sanar y crecer juntos a partir de las experiencias. Aunque el camino pueda parecer arduo, el amor duradero puede florecer cuando los seres están dispuestos a invertir el esfuerzo necesario para nutrir y fortalecer el vínculo que los une.
Es necesario que muchas personas se abran y dejen atrás las barreras que sostiene para protegerse, permitiendo así una conexión auténtica y emocional con los demás. Aunque los roles sociales, académicos y mundanos son importantes al iniciar una relación sentimental, no son estos roles los que generan una verdadera conexión emocional y sentimental. Por supuesto, es respetable que algunas personas no busquen una proyección a futuro y prefieran no enfrentarse a los desafíos que las relaciones sentimentales presentan en la actualidad.
El miedo gobierna, muchas veces se viven relaciones que se convierten en bucles tormentosos donde las peleas o maltratos son el pan de cada día y se normaliza cada acción terminando por borrar las metas y sueños que se tenían, es un miedo de romper he iniciar nuevamente un camino con alguien por las razones ya mencionadas o por el miedo a la intolerancia de muchos que afirman que de ver feliz a alguien con otra persona prefiere darle muerte.
Y, por último, para aquel que tiene miedo todo puede ser una justificación o, al fin de cuentas si no lo mostramos al hablar o se evidencia al actuar.
Omar Darío Orrego Gómez.
Hecha la trampa, hecha la ley
La criminalidad mafiosa se ha vuelto planetaria. La ley de la venganza reemplaza a la ley de la justicia pretendiendo ser la justicia verdadera.
Edgar Morín. Hacia el abismo.
Políticos y legisladores
“El cambio climático es un mito”: Muchos hoy se ríen de esta transformación, desde una ventana en un condominio a las afueras de la ciudad, desde una piscina en Melgar o desde una mansión mirando el mar en Miami. Mientras las resecas ciudades revolotean alrededor de un camión cisterna que pasa entre horas repartiendo el preciado líquido o en su defecto encontramos poblaciones enteras entrapadas por el agua.
Han legislado contra los territorios, contra todo lo puesto sobre tierra y agua. Son los detentadores de la ley, pero viven en la más insólita anomia, han hecho de la carta magna una “ramera”, (gremio tan perseguido hoy en la ciudad de la eterna primavera, una urbe que nunca las observa, aunque de reojo las mira). Fueron alimentando escándalos como hacer parte de un para-Estado y hoy más de cerca la guerrillo-política, muchos de estos honorables han sido investigados y fueron condenados (todos aluden ser perseguidos políticos).
Desaparecieron en un acto fantástico (fruto de una cultura corrupta y una justicia ridícula) millones de dólares por cordilleras (hoy son insuficientes los miles). Campañas políticas que desbordan la imaginación del más célebre escritor, promoviendo el estilo “traqueto” que se mueve entre el s**o, las dr**as y la música popular. Monopolios y privados inyectan centenares de millones para recibir el beneficio de su jinete en aquel recinto. Fueron creando la viciada costumbre de comprar votos. Bien lo decía el finado senador “el dormilón” Gerlein: Han legislado desde la trampa (pagando por el voto) y han obligado (cuando menos) a las altas cortes a corregir estas dolosas causas.
“Bienvenidos al futuro”. Un futuro que sirvió para que cooptaran los organismos de vigilancia y control, ¿quién puede detenerlos? Privatizaron las empresas de servicios públicos, (metarrelatos como el de Ecopetrol, EEB, ISAGEN y Tigo-UNE), la salud (han pasado por procesos de liquidación EPS públicas y privadas: Coomeva, Cafesalud, SaludCoop (imposible olvidar al “golfista” Palacino), hoy adolecemos un sistema moribundo con apenas 31 años. Las pensiones en manos de Montenegro, ¿a quién le venderá su próxima alma?, la educación (cuna de hombres corrompidos), la seguridad que pensamos “democrática” porque algunos pueden ir a sus fincas en Llanogrande… Deberíamos preguntarle por seguridad a los habitantes de San Carlos Antioquia, cuando más del 70% de su población fue azotada por la connivencia entre los actores del horror.
Los legisladores han resuelto dejar a su suerte a las periferias, sea el Amazonas de Patarroyo o la Guajira del “Kiko”, asaltada en este gobierno por los verdes (que rápido han madurado), el Chocó de Patrocinio, o el Santander de Aguilar, regiones enteras al abandono de los depredadores clanes políticos (llámense Char, Gnecco, Suarez, Trujillo o los Valencia), en su propio favor y el de las enquistadas familias tradicionales de la capital (Rimbombantes apellidos como los Lleras, los Pastrana, los Turbay. Hoy con menos tradición y a fuerza de plomo y coca se metieron los Uribe). En Colombia se legisla para el desamparo, ya que “solo abandona quién puede abandonar”. Año tras año las cifras por muertes de desnutrición en estas regiones van en aumento, aunque voluntarios en caravanas repletas de comida y de ropa salen del centro hacia las periferias en misiones salvadoras del mundo.
Han de pasar décadas para que la verdad sea revelada. Por ahora, este pueblo tan analfabeto e inerme apoyará a unos y a otros, como reses yendo hacia al matadero. Mientras ellos entrarán en una competencia absurda por quien hace peor las cosas. Un senado emanando corrupción, burocracia y ceguera de poder, en una especie de lujuria temporal. Sus mayores fetiches seguirán siendo la silla vacía, evitando estar a la altura del debate y la siembra de una ira universal generadora de tantos odios (que de pronto los alcanza).
La bancada de gobierno se burlará mientras dura, la oposición sumergida en una envidia caótica de poder anhelará esos “carrotancados” de dinero.
Por ahora, nos resta pensar que todos estos abusos y manifestaciones se fueron dando a las sombras de la ley, de la constitución y a todas luces del crimen.
Juan David Acevedo Marín.
Híbridos
[…] nos resulta imposible creer que en aquellos tiempos remotos el mundo entero era nuestro reino, inmenso mapa sin fronteras, y nuestras piernas eran el único pasaporte exigido.
Eduardo Galeano, Espejos.
El agua
¡Un pueblo sin agua es un lugar enfermo!, gritaba encolerizado un paciente a las afueras de un centro de salud en el Bajo Cauca. En el municipio más joven de Antioquia, el puesto más rentable es ser gerente del acueducto público, con extrañeza, pero sin sorpresa abunda el agua que riega los cultivos cítricos, y el racionamiento en los barrios. Parece ficcional, sacado de una distopía, secaron el río Rancherías, y con orgullo alardeamos de que poseemos la mina de carbón a cielo abierto más grande del planeta. Fruto de lo anterior, en la Guajira mueren los niños de hambre y sed, y sus cuerpitos retorcidos como las mentes maestras vuelve a la posición fetal, queriendo nunca haber sido paridos.
Resulta inédito, que en el 2016 la Corte Constitucional, mediante la sentencia T-622, le ordenara al mundo que el río Atrato era sujeto de derechos que merecía ser cuidado y respetado como promesa en el matrimonio. En la India, el río Ganges por cientos de años, ha sido testigo de la tradición ritual donde las personas incineran a sus mu***os y luego lanzan sus cenizas (y con ellas su Atman) al agua, en cambio, en nuestro país los ríos Magdalena y Cauca, son testigos de otros rituales, hacer las veces fosas comunes que se lleva la corriente.
En tierra
“El mito no surge de una fantasía arbitraria, sino que es una manifestación concreta de ciertas intuiciones primordiales, individuales y sociales”. A lo largo y ancho del territorio nacional, en departamentos como Antioquia, Cauca, Chocó, Córdoba, Santander, etc. Se presentó la connivencia entre las fuerzas policivas y militares y grupos al margen de la ley. Dicho fenómeno, dio lugar a la presencia de muchos de estos mitos plagados de atrocidades. Personajes coleccionando las cédulas de sus víctimas, caníbales alimentándose como carroñeros de un cadáver, jugando al fútbol con las crismas de sus mu***os, saciando el hambre de reptiles al mejor estilo del cine en “Retroceder nunca, rendirse jamás” parte II, (1987).
Seres humanos encerrados tras las alambradas. Collares detonando personas, fachadas del horror que dejan las motosierras, cuerpos desmembrados, embolsados, incinerados, el feminicidio celebrado como un ritual de iniciación, como una moda.
Situaciones que han dado lugar a eventos inmemoriales como el boleteo, el desplazamiento forzado, las masacres selectivas y sistemáticas de diversos grupos y líderes indígenas, sociales y políticos…, el as*****to a sueldo, la acumulación por desposesión, el desarrollo sostenible. En beneficio de unos tantos grupos hegemónicos.
Lugares donde ayer masacraron y desaparecieron a miles de personas, hoy son centros turísticos altamente visitados, territorios donde se han erigido grandes proyectos minero-energéticos e hidroeléctricos, parques residenciales alimentando la burbuja inmobiliaria. El negocio de los políticos y los terratenientes. Zonas para la ganadería extensiva y el auge de los monocultivos.
Río abajo, navegando en una canoa, va la esperanza, con las redes vacías, con la ilusión intacta, mira al horizonte, ya no admira el sonido gutural de los animales. La industria, las máquinas amarillas, el aceite y los motores vienen agitando las aguas, revolcando el suelo del río, llevándose la riqueza, el oro, el coltán y el platino, que irán a parar a una vitrina francesa o a la industria inteligente.
Bajo un cielo tricolor llora una nación de agricultores y campesinos, de mineros y ganaderos, de aserradores y gariteros, atravesando la sierra, bajando de la montaña, cabalgando la llanura, en los rincones del campo. En los pueblos los edificios se han tomado los lugares, se extinguieron las viejas artes, el celo por la familia, el ritual y las creencias. Todo es raudo, tanta prisa, una vida tan corta como un suspiro en la mañana y una oración en la noche.
Juan David Acevedo Marín.
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